vivienda.
(Del lat. vivenda, t. f. de -dus, part. fut. pas. de vivĕre, vivir).
- f. Lugar cerrado y cubierto construido para ser habitado por personas.
- f. desus. Género de vida o modo de vivir.
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Si bien la primera entrada del diccionario de la RAE hace referencia a la materialidad, sin duda importante, del lugar diseñado y construido con el fin de albergar la vida de hombres y mujeres (de manera digna, añadamos, como buenos demócratas), es la segunda, la acepción desusada, la que más nos interesa aquí. Género de vida o modo de vivir. ¿Es que puede pensarse la primera cuestión -la consistencia de una vivienda- sin hacerse cargo de esta otra?
El modo de vida, la vivencia o vivienda, el vivir, es lo que configura la casa, lo que hace que un lugar pase de ser un mero espacio donde refugiarse del frío, del calor y de otras inclemencias en tanto que cerrado y cubierto y llegue a convertirse en un lugar habitable y habitado. O así debería ser, mal que le pese al biopoder. Es por esto que una vivienda de nueva construcción en un PAU cualquiera de los que jalonan nuestras periferias, perfectamente equipada, las mejores calidades, (¡edificios inteligentes,oiga!) puede no merecer ser llamada así bajo nuestro criterio, mientras que una chabola, una nave industrial, una ruina,una pequeña casa con goteras amenazada por derribo o un antiguo colegio pueden mostrar con orgullo su carácter vivencial, su ser vivienda. Inmensos suburbios cambiantes, provisionales; texturas impermeables a los estriajes de la moneda, del trabajo, del capital. Una miseria explosiva que la ciudad segrega.
Lo colectivo pasa por construir, agenciar, pillar de aquí y de allá, componer desde elementos heterogéneos una consistencia; concatenar en el sentido de encajar cosas, cuerpos, más allá de la lógica de la sacrosanta propiedad privada. La colectividad es una fuerza, una potencia de acción, un ataque a la realidad.
Vivienda colectiva, entonces, quiere decir lugar habitable en tanto que proyectado y construido por aquellas y aquellos que de hecho lo habitan y que, mediante su propio vivir, generan las condiciones materiales de posibilidad para desarrollar sus quehaceres cotidianos compartidos.
Ejemplos de esto son proyectos de autogestión urbana y rural, en los que lo que se produce no son sólo bienes de consumo sino también precisamente vida -producción de producción, de posibilidad de una producción otra,de una subjetividad antagonista-, corralas y bloques de viviendas okupadas por asambleas de barrios y pueblos (la llamada Obra Social) o espacios de distinta índole que, pese a no haber sido concebidos en su momento como viviendas, han sido transformados en tales por sus moradoras.
Todas necesitamos un lugar donde refugiarnos; un lugar cálido e íntimo. Privado. Privado frente al espacio público de la plaza, sin embargo no privado en el sentido de ser propiedad de alguien. La casa no es propiedad privada: no puede haber casa sin común.
(ver todas las entradas del Diccionario de las Periferias)
(ver todas las entradas relacionadas con vivienda)
(ver crónica del encuentro “Sobre las casas sin gente y la gente sin casa!”)