Tras el recorrido histórico por la periferia madrileña, tras el intento de caracterización de lo que hace hoy de un barrio una periferia y, sobre todo, tras 3 años de investigación colectiva pateando, mapeando y pensando los barrios de Madrid, nos atrevemos a lanzar una hipótesis. En las periferias actuales se mezcla la actualización de viejas tendencias urbanas segregadoras, una historia que acumula desigualdad sobre desigualdad, y, al mismo tiempo, la expresión de una nueva crisis, con sus propias características en el marco del neoliberalismo actual. El resultado es una cierta heterogeneidad de la periferia, las 3 (+1) periferias de Madrid, que pasamos a describir.
1. Periferia Obrera
Surge en los años cincuenta ante las necesidades de absorción y disciplinamiento de la inmigración rural (el año clave es 1955 con el Plan Nacional de la Vivienda, que determina la construcción de poblados de absorción para atajar el problema chabolista de la inmigración rural). Hoy en día los viejos cascos históricos obreros se ven transformados por la presencia de nuevos habitantes pobres –migrantes con sus nuevas prácticas y sus nuevas subjetividades-, pero también modificados por cierto dinamismo y movilidad ascendente de su población, durante la etapa de crecimiento de Madrid. Esto hace de ellas unas periferias muy heterogéneas: algunas, las más cercanas al centro, se quedaron incluso antes de la crisis a las puertas de un proceso de gentrificación. Estas periferias han contenido en los últimos años en su interior lo que hemos denominado “aduanas” para parte de su población: aduanas, sobre todo en el transporte público, que suponen los controles de identidad y que hacen que en Oporto o en el centro de Parla, unos viajeros entren en el tranvía como ciudadanos que son y otros puedan acabar en el CIE. Aduanas que funcionan como la puerta de acceso/control a la periferia, de uno u otro tipo, pues se ubican justo en los nudos de comunicaciones que conectan el centro (del que se depende económicamente) con la periferia. Pero aduanas también, por ejemplo, en los parques, donde se concentra la población joven… La inclusión diferencial también aparece en estos espacios, incluso a una escala mucho menor que en los PAUs (en una misma calle, pared con pared, conviven una antigua casa de los sesenta en un estado de gran deterioro con el bloque ultramoderno de tres lofts que se construyó hace apenas diez años en el solar de al lado).
2. Periferia Guetificada
Aquella que se traduce en exclusión la espacial de sus habitantes a través de una intervención institucional (vivienda pública, servicios de limpieza, servicios sociales…). Algunas proceden de la época fordista pero, a diferencia de otros barrios de la misma época, han seguido siendo núcleo de construcción de periferia en los finales de los ochenta y noventa al ser designadas como lugar en el que ubicar nuevos realojos (Villaverde, Caño Roto). Otras se yerguen en los ochenta al calor de la Operación de Remodelación y Realojamiento de Barrios (Pan Bendito, El Pozo), bajo la misma lógica de concentración de la pobreza. Esta continua producción de periferia en estos barrios podría explicar su situación actual de “gueto” frente a otros barrios del antiguo cinturón rojo que presentan algo más de dinamismo. Así, tendríamos una periferia/pobreza que sería circular, donde no impactan tanto los cambios socioeconómicos que se producen fuera, sin esperanza, habitando en la nada como perspectiva, y habitados a su vez por la violencia (que aflora fundamentalmente en momentos de crisis). No obstante, se trata también de aquellos espacios urbanos que conservan y recrean relaciones comunitarias más fuertes, si bien muy marcadas por la territorialidad y la identidad (siempre excluyente).
3. Periferia Neoliberal
Aquella otra que se conforma de forma de enclaves segregados, con sus propias normas y códigos, más propia de un periodo neoliberal en el que el gobierno de la diferencia compone un mapa más complejo marcado por la competencia y la inclusión diferencial. Esta composición de enclaves dificulta la posibilidad de construir barrio. Es el modelo de los PAUs, marcados por la competencia y también producidos a través de políticas institucionales (también de vivienda, pero fundamentalmente políticas que generan recursos diferenciales). Resulta interesante, por ejemplo, mapear la inclusión diferencial dentro de un ensanche (la composición de las distintas manzanas a través de la renta, el tipo de vivienda, detectar el tipo de recursos e infraestructuras disponibles, tiendas, etc…). Vemos diferencias, en este sentido, entre los distintos ensanches y sus enclaves: no es lo mismo Sanchinarro que Parla Este o el Ensanche de Vallecas. Quien vive en estos últimos, a pesar de hacerlo en enclaves privilegiados dentro de su contexto, no presume de barrio a pesar de tener percepción de ascenso social. De ahí la propuesta de que la noción de enclave deba supeditarse a la de periferia.
(+1). Periferia marginada
Se trata de aquella periferia que, heredera de los asentamientos chabolistas que rodearon la ciudad durante el franquismo con las gentes pobres expulsadas por el hambre de sus pueblos, persiste hoy en los márgenes de la ciudad. La Cañada Real o El Gallinero constituyen dos ejemplos de aquello que la ciudad ha tratado de extirpar siempre de su corazón para llevárselo a una especie de vertedero social invisible -no por casualidad junto al vertedero literal de la ciudad-. Ese en ese vertedero en el que se procesa lo que no sirve, pero ha cumplido algún tipo de función. Es también en ese sitio donde se permite que exista lo que no se puede tolerar en otras zonas de la ciudad (pobreza extrema, insalubridad, narcotráfico, violencia, etc.). Cada vez más alejados de la ciudad, los poblados chabolistas son ciudades móviles que se levantan más allá de donde se intentaron destruir por la construcción de una nueva autopista o de un nuevo desarrollo urbanístico. Aunque en ella viven decenas de miles de personas, no hemos querido dedicarnos a ella al encontrarse fuera del marco de experiencia de buena parte de los habitantes de la periferia madrileña actual. No obstante, no queremos dejar de nombrarla en esta enumeración, y de resaltar su excepcionalidad en la secuencia (+1) precisamente más como un reclamo de su existencia que como un modo de estigmatización más.