Okupar, los okupas. Esta k es la marca dada a determinada práctica llevada a cabo sobre todo por movimientos sociales y «gente politizada» que consiste en tomar espacios vacíos o abandonados que no les pertecen, cuyos dueños son otros, con el fin de darles un uso. Los llamados centros sociales (CSO) son quizá lo más conocido, sin embargo no el único aspecto dentro de un fenómeno mucho más amplio que escapa tanto de los muros de dichos espacios como de las etiquetas bajo las que se intenta definirlo y, por lo tanto, controlarlo.
Hasta hace aproximadamente ocho años, las personas que ocupaban una vivienda generalmente no reparaban en el carácter de la propiedad de ésta (bancaria, financiera, pública, particular, etc.) siendo una práctica casi marginal. Sin embargo, al producirse la «crisis-estafa financiera mundial» -y esto unido al estallido de la burbuja inmobiliaria en España- miles de personas han sido desposeídas de sus viviendas al no poder afrontar los gastos abusivos de las hipotecas; otras no pueden afrontar los gastos de alquileres carísimos, incrementándose como efecto de esta situación las ocupaciones de viviendas de forma individual (pisos) o colectiva, como es el caso de muchas familias que piden un alquiler social ocupando edificios de bancos o entidades financieras (obra social de la PAH) o colectivos que utilizan la ocupación de viviendas como herramienta política contra el sistema dominante (capitalismo).
Las ocupaciones colectivas siempre son más visibles que las individuales, llamadas también «ocupaciones silenciosas». Son estas últimas, en cambio, las que más han proliferado recientemente. Muchas personas extranjeras ocupan también actualmente para satisfacer su urgencia habitacional. Así, si bien hasta hace relativamente poco la okupación más conocida y reconocida socialmente era la de centros sociales, a día de hoy por todo lo descrito la ocupación de vivenda se ha convertido en un fenómeno mucho más potente y extendido.
Las oficinas de vivienda y okupación, organizadas en los barrios y pueblos, apoyan y ayudan a las personas que deciden ocupar una vivienda, tanto en lo teoríco como en práctico, en lo relativo a la acción misma así como en los ámbitos jurídico y mediático.
La ocupación de vivienda es una alternativa habitacional legítima, así como una herramienta de lucha contra la sacrosanta propiedad privada, sea de forma consciente o no.
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(ver crónica del encuentro “Sobre las casas sin gente y la gente sin casa!”)