Finca de Vista Alegre
La nobleza eligió este emplazamiento para pasar los rigores del verano madrileño, cuando el río era un río y los árboles no estaban encerrados en los parques. Allí construyeron sus palacios y sus quintas, pero se fueron sin dejarnos en herencia sus jardines y sus villas a los carabancheleros. Paso vedado para el común si no tiene que realizar dentro de su inmensa e infranqueable valla con verja, algún asunto autorizado en sus hoy no tan nobles edificios. Todavía en una época se permitía el paso hacia la plaza del ayuntamiento, un paso lineal y cada vez con más obstáculos e impedimentos. En su interior crece lo que permite el clima madrileño pues no ha tenido la suerte del terrible Madrid-Río que se lleva todos los recursos en jardineros. Los carabancheleros rodeamos acostumbrados su perímetro vedado, sin reclamar su disfrute de forma eficaz. Pero los vecinos queremos disfrutar de su belleza y restablecerla, recrearla. No la queremos moneda de cambio para oscuros negocios urbanísticos. Alguna vez dejaremos de ver un límite en tu valla y te sentiremos como algo nuestro, a lo mejor incluso revivido entre todas, como un inmenso huerto urbano en el que nos permitiremos cultivar otras maravillas además de las maravillosas hortalizas.
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