El ejercicio de confinamiento puede ser muchas cosas distintas. Principalmente surge de la necesidad de mover un poco nuestro cuerpo, algo entumecido por no poder salir de casa, y también como una forma de descargar esa mezcla de energía, estrés y mal rollo que a veces se acumula.
Se trata, por tanto, de un ejercicio casero, doméstico, “de andar por casa”. La intensidad y la sofisticación de la técnica y los materiales empleados dependen del nivel de motivación. Podemos encontrar desde una limpieza a fondo de armarios o ventanas —eso quema una barbaridad de calorías— hasta corredores y corredoras que han conseguido hacerse media maratón dando unas tres mil quinientas vueltas al salón. Los cartones de leche sirven como pesas, las toallas del baño como gomas para estirar, las paredes como apoyos para hacer sentadillas y las sillas o el palo de la escoba como sustitutos de material de gimnasio. Dicen que mantener bien colocado el pañuelo o la mascarilla, sin tocárselo y de forma que quede bien ajustado, se considera también un ejercicio de primer nivel. Si además llevas gafas estamos hablando ya de un deporte olímpico.
El asunto de encontrar los videos por internet es todo un tema. Hay video-clases de zumba, pilates, fitpilates, yoga y todas las variantes de estas palabras combinadas con partes del cuerpo y términos en inglés como workout, fit, stretch. Es tan complicado entender los títulos de los videos como encontrar uno con el que no te dejes los higadillos. Por eso a veces se pasa más tiempo viendo los videos de ejercicios que haciéndolos, ¡y una se cansa solo con mirarlos! Después cada persona encuentra su motivación, claro: “Venga, dos minutos más de pilates glúteos intense workout y después de la cena me tomo dos galletitas”.
Por último, el ejercicio de confinamiento implica su logística y organización cuando vives en un piso más bien pequeño. En primer lugar, si vives con más personas, es necesario hacer un horario informal para reservar alguna habitación o espacio de la casa, de lo contrario podemos entrar en incómodas disputas con el resto de habitantes. En segundo lugar, existe un cálculo físico-matemático-arquitectónico certero para encontrar ese único medio metro cuadrado en el que cabéis tú y tu movimiento de piernas y brazos. Apartando la mesa, moviendo el sofá dos centímetros y haciendo un pequeño tetris con las sillas entra el teléfono/ordenador, la esterilla y un cuerpo lozano.