De la periferia se sale en transporte público. De pequeña mi madre y yo nos mudamos a un barrio en la periferia sur de Madrid. Era el barrio más barato y estábamos cerca de la familia. Eso en ese momento era importante. No teníamos pasta y no había plazas en el cole, porque mi madre me cambió de cole muy tarde. La directora del cole al que fui se portó bastante cuando nos vio a mi madre y a mí y nos aceptó. Cuando rellené las becas del cole pasó lo mismo. Fue tarde o algo rellené mal y creo que me sentí fatal en su despacho y no sé qué pasó que nos la concedieron por esa mujer tan maja. Igual hoy me caería mal.
Cuando decidí irme a un instituto del centro de Madrid, aún no tenía claro que quería salir de mi barrio. Fue más tarde cuando comencé las clases en el instituto que flipé en colores con la vida de la gente de los barrios del centro. Las casas era más grandes y los barrios ni tan sucios ni tan feos como el mío. La gente en general, tenía menos problemas que mis antiguos compañeros de clase. Sus padres tenían carreras (toma ya) y en general, les podían ayudar con los deberes y trabajos, además de ir a un montón de clases extraescolares. A veces en el recreo nos dejaban salir y ya no volvíamos y supongo que me sentía un poco Paco Martinez Soria, descubriendo el centro de una ciudad, con 14 años y sin padres vigilantes. Me bajaba a la tienda oficial de Donnuts de Atocha y creía que era Eurodisney. La verdad que me flipó la cantidad de gente diferente que había en el centro de Madrid, los edificios, el ritmo… nada que ver con lo que veía a la vuelta del instituto al llegar a mi barrio.
Una de las grandes razones por las que salí de mi barrio es que es una isla rodeada de carreteras y circunvalaciones. Una isla muy pequeña rodeada de cemento y eso me ahoga(ba). En vez del muelle de San Blas está el parque de la m40 con grandes vistas a 4 carriles y un puente a Orcasur, el único istmo con el resto de la ciudad. Eso o cruzar por una carretera. Y por el sur, más descampado y descampado, un antiguo cuartel de ingenieros donde colarse; antiguas fábricas ya en mínimos, donde en su momento hubo huelgas de trabajadores que parecen que no ganaron del todo. No he estado nunca en Glasgow ni en Reino Unido pero cuando veo pélis de los barrios obreros ingleses de ciudades industriales se me parece al barrio. Para ir al instituto o cogías un autobús o ibas andando al tren a unos 20 minutos de casa, cruzando un descampado y unas vías de tren. Tampoco era nada peligroso, pero sí es feo. Como que nadie se ha ocupado que por ese camino durante 30 años pasa gente y creo que no costaba nada asfaltarlo para no llegar a clase ni al curro ni a nada hasta arriba de barro. Supongo que nadie que decide eso pasa por ahí.
Al año del instituto ya había decidido que no quería salir por el barrio, que mi vida la quería en el centro y que de “mayor” quería vivir allí. Así parece que salí del barrio porque era feo. Pues que ese feo es más allá de estética. Las casas son así porque así se construyeron en los 50 para petar de obreros las fábricas de coches en una economía en alza. Más o menos fueron útiles y de eso se trataba. Que te traten y te midan por lo útil que eres, es feo y eso se nota. Luego vinieron los barrios de realojos cuando tiraron las chabolas del barrio, que hasta hace 5 años aún se han mantenido en pie. Crearon colmenas de pobres donde matarse los pobres entre ellos, chanchullos e historias. Yo iba a ir a merendar a casa de una amiga del cole y sabía los códigos corporales de paseo para no parecer una pringada que es lo que más riesgo tiene en sitios así.
Otra de las razones para salir de la periferia era la gente. Mis antiguos compañeros de recreo y de clase, se convirtieron en macarras y acosadores a la mínima que le crecieron unos pelos ahí abajo. A mí en casa ya me aleccionaron para que no pensara mal de ellos porque sabía que sus vidas no habían sido fáciles, yo misma sabía que muchos no tenían padres y vivían con sus abuelos, por la droga. Y que formaban parte de una espiral de marginación, exclusión y falta de cariño. Pero yo que sé, sabía que tenía que ayudarles, pero me putearon lo suficiente el último año de ESO que simbólicamente les mandé a la mierda. Y lo hacía cada vez que cogía el bus para el instituto del centro, y les miraba en la puerta de instituto al cual tendría que haber ido, donde me llegaban noticias de atracos, chantajes y mierdas así, que quería ahorrarme. He tardado muchos años en reconciliarme con esa peña a la que odiaba y de la que por dentro me reía, pues yo sacaba buenas notas, y seguí estudiando y sabía que ellos, no iban a acabar “muy lejos”. Porque entonces aún pensaba que progresar era eso, estudiar, tener un curro de puta madre y salir del barrio para vivir en un sitio mejor y veranear en algún sitio que fuese bonito, con todo el respeto que le tengo a la meseta castellana y sus gentes. Odiaba esa parte de mí porque con tanta cultura y subcultura desordenada que absorbí en esos años, adopté esa valoración hacia los de mi clase, que eran parásitos sociales y que no valían para nada. Pues eso, que el camino al centro de Madrid no sólo fue físico. Se trata también que nadie note que en tu casa ni hay tantos libros ni tantas carreras y sobretodo que no había dinero ni carencias, ni problemas familiares del tipo que hay en el extrarradio. No es que sean problemas diferentes sino que la falta de pasta, genera otros más que hacen que todo se complique más. Así que para que no se note que vienes de ahí, de lo cutre, de lo macarra, lees un montón de libros sin mucho criterio, ves pelis de directores imposibles y te haces amigos de los que puedes aprender y que tiene otra forma de vida; la forma de vida que me hubiese gustado para mí y los míos. No pensar siempre en la puta pasta. Así hice yo un poco, aunque ellos no lo saben, la envidia hacia ellos la sublimé en pegarme a su culo y hacerme sus amigos. Una cosa que me daba muchísima rabia es que si no tienes pasta para estudiar tienes que ser un matrícula. Sin embargo si tienes pasta puedes ser un vago que ya tus padres te costearán la carrera, pública o privada, aunque no te leas los libros de la carrera, tus papis te los compran y, evidentemente, si trabajas es para ir de viaje increíble. Como nunca te llevaron a una academia de idiomas pues tampoco tienes ese conocimiento tan imprescindible. No tienes dinero, no sabes inglés, no tienes trabajo, no puedes estudiar, no tienes dinero. Y así siguiendo. No es tan grave ni tan determinante pero la mayoría de mis compañeros de instituto que acabaron en la universidad hubiesen nacido en un barrio como el mío, creo que cumplirían la misma estadística de abandono escolar. Eso me parece terriblemente injusto. Al acabar el instituto y la selectividad, me faltaban dos putas centésimas para ir a la carrera que yo quería. Como no había plaza, en agosto comencé a trabajar de camarera en el centro comercial de mi barrio y estudiar para la selectividad de septiembre. Recuerdo una vez que unos que venían a robar o hacer el ganso vinieron con una estrella de la mañana, así como una peli de Conan. Increíble. El de seguridad se hizo los 100 metros lisos. Afortunadamente en septiembre había plaza y pude entrar en al universidad y según yo, me despedí de los conan del barrio. Aunque no era de matrícula pude estudiar lo que quería, que es una carrera que da prestigio que te cagas y que la verdad te parapeta en otro lugar en la sociedad. De esas carreras que la gente dice OH!. Ir a la universidad también fue descubrir ya, otras gentes con aún más pasta, de la que tampoco es que ya envidiaba pero si lo flipaba en colores. Tampoco fui una estudiante 10 así que suspendí alguna asignatura y no me concedieron beca. Sé que tendría que haber estudiado más y esforzado, pero me daba por culo cada vez que iba a la secretaría de la universidad a pedir la beca y me reprochaban que suspendía una asignatura. Sin embargo veía que a otra gente con dos coches les pagaban la carrer por no sé que chanchullos que hacía. Eso también me daba rabia pero tampoco se lo podía contar a nadie porque la gente no lo entendía.
Durante la carrera tuve 3 libros y uno es robado de una biblioteca. No me da pena porque a mí nadie me dio ni un duro para libros y mi madre no podía pagármelo y estaba hasta las narices de ver a todo el mundo con sus carpetas nuevas y sus libros y sus portátiles guays… así que yo creo que es un poco justicia social. Ingenuamente creí cuando abandoné el curro en la cafetería que nunca iba a volver a “esos curros” pero estaba bastante equivocada. Ir a la universidad es bastante caro, abono transporte, libros y fotocopias. Es un puto dineral con la matrícula. No había pasta y en mi familia currar está bien visto así que durante la carrera curré bastante, me pagaba el transporte y las fotocopias del instituto y esas cosas. Mucha gente de la uni curraba, la cosa es que si yo no curraba era un agobio brutal. Así acabé la carrera a sus años, todo un milagro, currando en las peores franquicias de café de Madrid, donde conocí a gente de la hostia con vidas muy difíciles y diversas, la mayoría migrantes filipinos a las que guardo mucho cariño por el buen trato que nos daban a las que éramos más jóvenes. Estudia, estudia, te decían. No te cases. Eso hago, eso hago.
Así como está escrito, se sale de la periferia, estudiando sabiendo que es más difícil que a los demás, que nadie te va a regalar nada y que te será más difícil. Casi lo más duro, es que muy poca gente es consciente que esas diferencias existen y que generan un malestar psíquico de la hostia, en el momento que las percibes como algo de lo que avergonzarte. No se saca pecho de venir de la periferia, porque es cutre y la gente habla mal y es maleducada. Así que como la gente no comprende, porque tus nuevos amigos viven en otro mundo, no cuentas a nadie de que casi te desahucian porque tu casa parecía una reserva de la bioesfera de mohos en las paredes (nunca los vi tan altos), ni que tu madre limpia casas, ni que tu tío es camionero ni cosas así. Y de mayor si se cuenta, no se hacen cargo que significa eso, ni que tus padres no tengan pasta para que estudies fuera ni Erasmus ni historias. No hice Erasmus porque no quise estar pensando si era un sacrificio para mi madre, porque no creo en eso de que los padres se tienen que sacrificar por sus hijos. No se habla de esos agobios ni esos problemas cuando los padres de tus nuevos amigos, son profes de universidad o cosas así importantes. Eso también genera malestar de la hostia, como que una parte de ti reniega de ellos. No es casi hasta la militancia en luchas de barrio donde encontrándome con gente de la que yo huía y leyendo un par de cosas, que no me he dado cuenta lo injusta que he sido con las que dejé atrás. Me arrepiento bastante de algunas cosas que he pensado muchas veces de ellas, porque ahora lo veo con otro prisma.
Al final de la periferia no se sale del todo y ahora me veo orgullosa de venir de donde vengo, un poco por compensar lo avergonzada todo este tiempo. Sobretodo cuando te das cuenta que hagas lo que hagas, se nota que no vienes de buen barrio. Igual la gente no lo nota pero tú sí. Sobretodo porque por muy buen trabajo que tengas las tuyas, tu familia, siguen ahí, en la periferia, luchando por que no las echen de sus casas, por unas condiciones de trabajo un poco más dignas, sorteando trabajadoras sociales y subsidios de mierda. A veces también es violento con ella, como has estudiado y tienes un trabajo privilegiado las tuyas creen que se lo vas a estar restregando todo el rato y por mucho que se evite, la envidia está ahí y la comprendo porque yo la he tenido toda mi vida y la seguiré teniendo, aunque me la curre un poco.. aunque ahora sepa que esto no es biográfico sino estructural, que es el capitalismo y todo eso.
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