La relación de Carabanchel con el mundo de ultratumba es multifacética y, a primera vista, no compartida con otras periferias urbanas. Pero solo a primera vista.
Si bien en todas las periferias el mundo del heavy metal y su apreciación de lo diabólico ha tenido un impacto destacable – más en el pasado que en la actualidad, todo sea dicho –, es verdad que sólo este distrito madrileño ha sido asociado directamente con el tema al acuñarse el concepto “ser satánico y de Carabanchel” (1).
¿Tendrían en la mente los cementerios de Carabanchel cuando escribían El Día de la Bestia? Desde luego, pocos distritos se pueden vanagloriar/lamentar de tener siete cementerios dentro de sus límites, amén de un par de tanatorios. Con la decisión política, en el siglo XIX poco más o menos, de trasladar los cementerios a los arrabales de las ciudades, se potenció la tendencia por la que en la periferia se instala lo que el centro no quiere ver/tener cerca. Y eso lo compartimos con el resto de periferias, porque en Carabanchel serán cementerios, pero en otras partes del extrarradio son industrias contaminantes, sanatorios mentales, incineradoras de residuos o basureros.
Pero el vínculo de Carabanchel con el más allá no es cosa del pasado. No: en 2014 los kikos (2) quieren instalar una cripta en el barrio de Opañel. Parece que no tienen suficiente con tener una iglesia financiada en parte por el vecindario y en suelo público, bajo la promesa de que también se desarrollarían equipamientos sociales. Quieren que el terreno circundante sea convertido en una cripta para kikos ilustres y, de paso, construir un aparcamiento subterráneo con el que ganarse un dinerillo. Y no será la cripta y su aparcamiento, pero el resto sí lo compartimos con las demás periferias: la expropiación de recursos comunes para el beneficio privado en lugar de su utilización para el disfrute de la gente (3).
En cuanto a receptoras de lo que el centro no quiere ver y a la expropiación de lo común para beneficio privado, todas las periferias son “satánicas y de Carabanchel”. O lo que es lo mismo, la gente de Carabanchel somos satánicas y periféricas.
Con tal panorama diabólico en el barrio, no es de extrañar que en el carismático y carabanchelero Bar Río tengan una necroloto… (ver Paseo Movimientos).
(1) Aprovechamos la ocasión para trasladar desde el barrio todo nuestro agradecimiento a la gente de El día de la bestia por ese reconocimiento. Las personas de Carabanchel agradecemos sinceramente que la imagen externa del barrio – y por tanto, nuestra imagen misma – deje de estar asociada exclusivamente a la cárcel y otras instituciones represoras, pasadas o presentes (ver Santa Rita, Cárcel de Carabanchel, CIE de Aluche), y pase a estarlo a ser el barrio de heavy-metaleros militantes (El día de la bestia) o tener como único defecto no tener playa (Manolito Gafotas). Gracias también a Elvira Lindo, por supuesto: ¡nos encantan estos personajes tan periféricos! (ver Barrionalismo).
(2) Los kikos son los miembros del cristiano y conservador Camino Neocatecumenal.
(3) Pero el barrio de Opañel ha dicho no. Que no quiere una cripta en un terreno que siempre les habían prometido que albergaría “servicios sociales”, pero que el Ayuntamiento ha permutado por vete tú a saber qué. En ausencia de unos poderes públicos que defiendan a la gente, la autoorganización de los barrios contra la expropiación de lo común parece que es el camino.