Acción y efecto de utilizar diferentes estrategias para separar y diferenciar centros educativos según la clase social, etnia y/o procedencia nacional, entre otros aspectos, de sus estudiantes.
Al mismo tiempo, a la hora de hablar de segregación escolar es necesario también atender la que se produce dentro de los centros educativos.
1. Segregar las escuelas. La distribución de lxs estudiantes en unos centros educativos u otros viene marcada por la residencia y la titularidad de colegios e institutos. Es decir, los chicos y chicas de un barrio son los que habitan sus escuelas. Sin embargo, la titularidad de éstas, pública o privada-concertada, juega también un papel fundamental en la división de los centros de enseñanza de un mismo entorno. En este sentido, dado que la situación socioeconómica y la procedencia étnico/nacional de la gente de un barrio no es homogénea (1), las clases medias autóctonas (o medias-bajas) tienden a llevar a sus hijos a los colegios concertados. Así, nos encontramos con que el estigma de “escuelas conflictivas” o “con un alumnado difícil” se ceba principalmente sobre los centros públicos de los barrios de clase trabajadora y con un alto porcentaje de alumnado inmigrante/extranjero y/o de etnia gitana (2).
2. Segregar dentro de las escuelas. Los centros de enseñanza se ven día a día afectados directamente por los discursos en torno a un “nivel académico” que se presenta, por las autoridades educativas, como neutro. Su mantenimiento o alcance conlleva que las escuelas se apoyen en diferentes estrategias contempladas en las normativas. De esta manera, los muros de algunas escuelas acogen diferentes programas, como el de Cualificación Profesional Inicial, Aulas de Enlace, Diversificación Curricular o Compensatoria, o la llamada “separación por niveles”. La existencia de estas medidas y la lógica que las rige es que el centro escolar va distribuyendo a sus estudiantes en función del mencionado nivel en distintas aulas o programas, pero los separa de las clases ordinarias, homogeneiza la diversidad, dificulta el desarrollo de estrategias colaborativas en las primeras y determina, en parte, la trayectoria académica posterior y el acceso al mercado laboral de lxs chicxs. Estos grupos y dispositivos son definidos como una manera de atender las necesidades de cada estudiante. Sin embargo, actúan como mecanismos de segregación intra-escolar. Los centros educativos de nuestros barrios pueden contar con este tipo de programas o grupos que separan a los estudiantes, viendo en ellos una manera de superar las embestidas del famoso nivel. Pero integrar segregando impide construir aprendizajes y escuelas más comunitarias, justas, interculturales y creadas a partir de los saberes que todxs podemos aportar.
(1) Aunque es más uniforme que entre distritos. A este respecto ver “El mapa de la desigualdad en Madrid” (Diagonal, 24/11/2014).
(2) Al mismo tiempo, esta afirmación tendría matices, ya que hay algunos colegios e institutos públicos de barrios obreros que siempre han gozado de prestigio entre sus vecinos/as.
(ver todas las entradas del Diccionario de las Periferias)