La vida en algunos barrios no es igual que la vida en otros. Nuestros compañeros de ZuloStudios (un colectivo de raperos del barrio de Caño roto, cfr. ZuloStudios) lo saben bien, y por eso la definen como una tragicomedia: “la tragicomedia de la vida es que a veces pasan cosas que dices ¡madre mía! pero a la vez sonríes”. Los barrios están teñidos siempre de esa conjunción tragicómica. El día a día se convierte en una tragedia que se teje a base de paro, de no tener para comprar el pan, de colas en la parroquia, del atrapamiento en un presente que no devuelve esperanzas de nada… ¿Y la comedia? “Cómo nos lo tomamos”.
Algunos barrios funcionan como un imán, que atrae problemas y más problemas, que se enlazan y van tejiendo una vida llena de dificultades… Estos barrios están lejos, cuesta llegar hasta ellos y también cuesta salir. El coste de la vida te atrapa dentro. La igualdad es un chiste que enciende la rabia. Pero mucha gente que habita en ellos se convierte en auténticos superhéroes de barrio, que con pequeñas dosis de ayuda mutua, solidaridad, alianzas, ingenio y resistencias, son capaces de conjurar la tragedia y esbozar una sonrisa hecha de dignidad y fuerza. Es quizá esta ambivalencia la que mejor define a los barrios periféricos: son lugares de cierre, de obstáculos y dureza; pero también son esos espacios donde, como dijo el poeta, “crece lo que salva”: espacios de posibilidad donde suceden “otras cosas”, capaces de desafiar todo aquello que nos duele.
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(ver fotos de la tragicomedia en Caño Roto, en la web del proyecto K de Kalle)